!TRIGUEIRINHO!

                                                      LIBROS.

 

Libro 1

                           

Optar por vivir

 

 

¿Cómo influyen nuestras acciones en el destino?

¿Qué puede llevar al alma a prolongar su permanencia en el mundo material o anticipar su partida?.

Optar por vivir revela el poder que existe en la elección de una vida dedicada al bien de todos.

 

 

 

La Flexibilidad Del Destino.

 

En ésta época, el número de personas abiertas y dispuestas a servir a la humanidad es muy reducido en proporción a la gran necesidad existente. La mies es muy grande y escasean los segadores. Por lo tanto, cada decisión de adherir al servicio evolutivo es valiosa.

Mientras pasamos nuestra vida cotidiana sujetos a factores kármicos y humanos, a asuntos personales, preocupados por acumular bienes, con preservar nuestro patrimonio, con auto-afirmarnos, aún no somos realmente útiles para la evolución espiritual del universo. Pero, si percibimos que existe una evolución superior, en la que es posible ingresar concientemente, a partir de ahí podremos ser útiles de verdad, trabajando para concretar lo que está previsto para el planeta y para la humanidad.

Ser útil a este Plan Evolutivo no significa hacer muchas cosas, sino hacerlas con calidad, teniendo en cuenta el bien común. Actuando así, puede cambiar el esquema trazado para nuestra encarnación y pueden surgir oportunidades de imprevisible crecimiento espiritual.

Cuando despertamos a la existencia de leyes espirituales y comprendemos que no son del todo fijas, entendemos mejor lo que sucede en el transcurso de la vida de quienes están dispuestos a servir a la humanidad. Cuando existe esta disposición, surgen oportunidades facultativas, o sea, oportunidades que pueden o no presentarse, dependiendo de las elecciones hechas a lo largo de la encarnación. De esta manera, el paso por la Tierra puede volverse precioso como colaboración para desenvolvimiento interior de todos.

 

 

 

Tres Fechas.

 

 

Aún antes de salir del útero materno, la fecha de nuestra partida de este mundo ya está determinada. En los planos superiores, fuera del tiempo y del espacio, se identifica la tarea para aquella encarnación y se preparan las condiciones para cumplirla: los cuerpos que vamos que vamos a necesitar, los ambientes en que vamos a vivir, los encuentros que tendremos con otras almas y el tiempo requerido para llevar a cabo la tarea. Considerando ese tiempo, se determina la fecha de la partida.

Sin embargo, a pesar de que existe esa fecha básica, no es inamovible – puede anticiparse o postergarse, según lo que hagamos a lo largo de la vida. Se sabe que existen por lo menos dos opciones más: una antes y otra después de la fecha básica. La elección entre las tres la realiza el alma, que para ello se basa en nuestras acciones.

Nuestra vida en la Tierra está inserta en esquemas más amplios de los que podemos imaginar. Nuestras acciones repercuten en el universo, a veces, hasta en la vida de otras personas y de grupos, y muchos acontecimientos están relacionados con las decisiones que tomamos. Hay momentos críticos en los cuales debemos usar discernimiento de un modo especial para decidir correctamente cuál camino seguir.

La fecha de nuestra partida recibe la influencia de las opciones escogidas en esos momentos.

 

 

 

Anticipación de la partida.

 

Nuestra alma puede optar por desencarnar antes de la fecha prevista cuando observa que la personalidad no sólo se resiste a seguir el camino trazado para ella, sino además actúa negativamente, llegando a comprometer las encarnaciones futuras.

El caso de una joven de 16 años que conocimos, ilustra esta situación. Ella tenía todas las posibilidades para evolucionar: era inteligente, culta, simpática, tenía un cuerpo saludable, recursos materiales y padres que la ayudaban en todo. En fin, estaba en una encarnación muy favorable, bajo una coyuntura excepcional y benéfica.

La joven, no obstante, se acercó a un grupo de drogadictos y se unió al líder de ese grupo. En pocos meses ya era incapaz de usar sus dotes, y sus nuevos hábitos comenzaron a dañarle el cerebro y algunos órganos, así como los centros etéricos de su cuerpo.

Cuando las encarnaciones siguientes estaban a punto de perjudicarse con tal comportamiento, el alma anticipó su partida. La joven, entonces, falleció en un accidente que era opcional a su destino.

 

 

 

Postergación De La Partida.

 

El alma también puede optar por partir en una fecha posterior a la básica. Esto sucede cuando la personalidad adhiere con tanta entereza al camino evolutivo, que se vuelve apta para desempeñar tareas más amplias que las programadas para la encarnación en curso.

Un ejemplo de esta postergación de la fecha de partida es el de una persona que debía fallecer a los 38 años, en un accidente automovilístico. A los 24, había decidido donarse enteramente al Plan Evolutivo, costase lo que costase. Cuando llegó el momento previsto para el accidente, conducía un automóvil, de noche, en una ruta angosta, y vio un camión a alta velocidad, de contramano, viniendo en su dirección. Pero, cuando parecía que el camión iba a chocar con su automóvil, sucedió un hecho inexplicable: en fracciones de segundo, éste se corrió a un costado, retomó la mano correcta, como si nada extraño hubiese ocurrido.

La decisión interna de servir a la humanidad, tomada a los 24 años, cambió su destino, permitiendo que continuase su encarnación.

Otro caso en que la vida puede prolongarse, se da cuando una tarea evolutiva no llega a ser cumplida en el tiempo previsto, por circunstancias ajenas a la voluntad de quien la realza. Fue lo que sucedió con Alice A. Bailey, conocida autora de libros esotéricos, que permaneció algunos años más en el mundo, hasta terminar el programa previsto por la Jerarquía Espiritual de la que formaba parte.

 

 

 

Decisiones Determinantes.

 

La firme decisión de servir puede provocar grandes reajustes en nuestro destino. Los créditos kármicos reservados para futuras encarnaciones pueden ser anticipados y los débitos, atenuados a causa de nuestras acciones positivas, o postergados para un momento en que estemos lo suficientemente fuertes para soportar pagarlos. De esta manera, algunas enfermedades son eventualmente atenuadas o evitadas, se crean circunstancias más favorables y hasta puede postergarse nuestra partida de este mundo.

Había una persona que tenía un karma bastante negativo: había asesinado a alguien en la vida anterior, y por ello, estaba destinada a tener una enfermedad fatal y extremadamente dolorosa. Cuando tomó conciencia de la necesidad de equilibrar sus acciones pasadas, comenzó a practicar el bien de manera muy pura e intensa. Como resultado, la enfermedad, aunque la haya contraído en el momento previsto, no fue dolorosa.

Se destaca, sin embargo, que el reajuste kármico debido a las decisiones positivas, no llega como un favor o un premio. Viene para servirnos más y mejor.

 

 

 

Libro 2

 

La Búsqueda De La Serenidad.

 

 

Vivir en paz,...

 

No perturbarse con lo que sucede y realizar su propia vocación,

son metas que todos aspiran alcanzar.

Pero ¿Cómo encontrar,

en el mundo de hoy, esa serenidad?

 

 

No es algo "negociado" con el Espíritu. Si la decisión fuere tomada con esa intención, el reajuste podría dejar de suceder o no ser tan liberador.

Cuando la vida nos presenta oportunidades para un mejor ejercicio del libre albedrío, podemos decidir colocar todo lo que somos al servicio de la evolución espiritual del universo. Y a su vez, quien decide lo que va suceder después de esa ofrenda no somos nosotros, como ego humano, sino nuestra alma, que conoce nuestro destino y sabe lo que nos corresponde realizar. A partir de entonces, pueden abrirse los caminos más inusitados.

 

Dónde está la serenidad.

 

En el transcurso de la vida podemos percibir que, para estar sanos, es importante cultivar la serenidad. ¿Pero cómo conseguirlo? ¿Cómo evitar que no nos afecte lo que sucede a nuestro alrededor?

Primero, tenemos que tomar conciencia de que la serenidad es un estado interno y, por lo tanto, nada que esté fuera de nosotros debe ser un obstáculo para que lo manifestemos. Podemos desarrollarlo cuando permanecemos neutrales ante los acontecimientos y seguimos nuestro camino sin distracción ni desorden. Quien conquista esa actitud se vuelve una fortaleza y ya no se altera con las circunstancias.

La serenidad no depende de factores externos; por eso, es inútil buscarla en personas, en situaciones o en ambientes.

Sólo se la puede encontrar dentro de nosotros mismos. Por otro lado, el mundo es nuestro campo de trabajo para ejercitarla. La vida actual, tan atribulada para la mayoría, es una prueba para constatar el grado de serenidad que podemos alcanzar y, al mismo tiempo, un estímulo para robustecerla.

Varios factores pueden contribuir para volvernos serenos y uno de ellos es la superación del miedo, como veremos a continuación.

 

 

 

El Sentido De Inmortalidad.

 

Un medio de conquistar la serenidad se nos brinda mientras nos encontramos desencarnados. Entre una encarnación y otra, desenvolvemos el sentido de inmortalidad, pues sólo entonces percibimos el eterno presente y reconocemos que somos seres inmortales. Fuera del efímero cuerpo físico, en otra realidad temporal y espacial, experimentamos una vida que nos parece más amplia y plena.

En ese período, comprendemos también que la transición llamada "muerte" es sólo el desprendimiento de los cuerpos materiales que usamos cuando pasamos por el mundo físico. Así, consciente de que no existe la muerte, el miedo va desapareciendo y la serenidad comienza a instalarse.

Cuando más largo sea el intervalo entre las encarnaciones, más profundamente se consolida nuestra percepción de la inmortalidad. Aunque al encarnar de nuevo la mayor parte de esa percepción permanece en nuestro inconsciente, ella nos da la posibilidad de reingresar serenos en la vida material.

Únicamente, el intervalo entre las encarnaciones no ha sido suficientemente largo. Muchas almas inmaduras, que se beneficiarían con períodos más prolongados fuera del mundo físico, no usufructúan de ese tipo de reposo y restablecimiento debido a que enseguida son atraídas al plano terrestre por la gran densidad energética en que se encuentra el planeta y muchos de sus seres. Ello agrava la falta de serenidad que suele reinar en este mundo. Pero también existen almas evolucionadas que renuncian a seguir desencarnadas, en la situación privilegiada de los niveles de existencia armoniosos, para retornar a la tierra y prestar ayuda en esta época de tanta necesidad. Esas almas, no obstante, ya se volvieron más serenas mediante la vivencia del alturismo y son de gran ayuda para los demás.

 

 

 

 

Vida Ordenada.

 

Otro factor que nos ayuda a cultivar la serenidad es establecer un horario ordenado y armonioso en nuestro día a día.

La mayoría de las personas no lo hace espontáneamente y, para que puedan desarrollar el orden y la disciplina, casi siempre la vida les presenta una rutina obligatoria: horarios rígidos que cumplir, un empleo fijo, tener que marcar tarjeta, días establecidos para el descanso, y muchos ejemplos más. Pero quien voluntariamente distribuye las actividades en horarios regulares, de modo flexible y atento al orden, tiene como resultado una vida cotidiana que facilita la serenidad.

Al disciplinarnos en llevar una vida ordenada, dejamos de ponernos ansiosos por querer que las cosas comiencen o terminen según nuestras expectativas, casi siempre sin fundamento real. Así, podemos concentrar la atención, el pensamiento y el sentimiento en el momento presente y no en un futuro imaginario.

A partir de ahí, la rutina diaria ya no nos incomodará y, finalmente, podremos percibir que la vida jamás termina –entonces, nuestra existencia se libera de los límites del tiempo.

Cuanto más organizado se vuelve el día, más penetramos el eterno presente, sin siquiera darnos cuenta de cómo ocurre. Nuestras actividades se independizan de los acontecimientos ajenos y comienzan a expresar realidades internas. La pausa entre dos actividades se convierte, así, en un reflejo de los intervalos entre las encarnaciones. Cuando aprendemos a usar el tiempo libre adecuadamente, llega a nuestro conciente aquella percepción de inmortalidad captada en los ciclos en que vivimos desencarnados, y el miedo comienza a disolverse dentro de nuestro ser.

Viviendo el ritmo diario con sabiduría, aprendemos a usar el tiempo correctamente. Esto permite que, al iniciar una nueva tarea, nos sintamos restablecidos. Y, aún cuando necesitemos descansar, nuestro estado físico ya no será de agotamiento o nerviosismo, porque evitamos la dispersión y permanecemos enteros, atentos a lo que estamos haciendo. De ese modo, los períodos de renovación, tales como el sueño y el reposo, tienen efectos de mayor alcance.

En los tiempos antiguos se realizaban ceremonias y ritos religiosos que ayudaban en el despertar de una vida ordenada. Pero hoy el camino es considerar que la cotidianeidad misma es un ceremonial, volverla ordenada y, por lo tanto, capaz de llevarnos al encuentro de la serenidad.

 

 

 

Alineamiento Con El Alma.

 

 

El modo más seguro de alcanzar la serenidad es mediante el alineamiento de nuestra conciencia humana, exterior, con nuestros niveles espirituales, nuestra alma. Esto puede lograrse con más facilidad después de haber implantado un ritmo armonioso en la vida diaria. Es posible crear condiciones propicias para ello cuando perfeccionamos nuestro carácter, incluso en lo que se refiere a ciertas costumbres.

Nuestro cerebro necesita adecuarse a ese alineamiento. Podemos prepararlo si retiramos de nuestros hábitos el uso del alcohol y del tabaco, y si tenemos en cuenta que la alimentación rica en grasas y el exceso de azúcar también perjudican su funcionamiento. Finalmente, debemos proporcionarle al cuerpo el reposo suficiente: los períodos de esfuerzo prolongado impiden que el cerebro tenga la prontitud necesaria para registrar lo que el alma ha de transmitir.

Cumplimos esos requisitos básicos cuando reservamos un momento del día para estar en quietud. En ese momento, con el cerebro descansando, presenciamos lo que sucede en nuestra mente. Lo que haremos en adelante dependerá de nuestro temperamento y del tipo de pensamientos que emerjan. Podemos simplemente verlos pasar o intentar transformarlos. Con el tiempo, los pensamientos se van calmando y entonces entramos en otra fase: la de observar la respiración, pero sin interferir en su ritmo natural.

Ese aquietamiento debe realizarse sin ninguna preocupación por los resultados. Podemos practicarlo durante años sin parar, aparentemente sin ninguna recompensa. Pero un día nos damos cuenta de que nuestra mente se tornó más calma, más concentrada, y por fin nos encontramos serenos.

Los resultados de todo este trabajo escapan a nuestro control. Si persistimos sin ansiedad, muchas cosas positivas e inusitadas pueden comenzar a suceder en nuestra vida.

 

 

 

 

El Portal Del Servicio.

 

Recordemos, además, que la serenidad es un don espiritual, y que una forma directa de encontrarla consiste en abrirnos a la vocación básica del alma, que es servir.

El intervalo entre encarnaciones, la vida ordenada, el alineamiento con el alma, todo ocurre según el servicio que tenemos que prestar en este mundo.

Tener siempre presente que nuestra vocación más íntima y profunda es servir desinteresadamente, nos predispone a la serenidad. Reconocemos que no estamos en el mundo simplemente para hacer las cosas de forma egoista como casi todos las hacen, ni para hacerlas mejor que nuestros semejantes.

Estamos encarnados para realizar lo que nos corresponde en la vida, algo que puede ser simple, pero que, sin duda, es esencial.

Dicho servicio es un portal para la serenidad. De hecho, cuando tenemos una meta espiritual y alturista – una meta evolutiva – y cuando nos disponemos con todo nuestro ser a cumplirla, la vida diaria se torna una prolongación de la calma interior.

 

 

 

Libro 3.

 

Lo Que No Se Puede Prever.

 

 

¿Qué hacer para colaborar en el bienestar de todos?

¿Cómo proceder para que la armonía

y la paz se vuelvan realidad?.

 

 

El Contacto Con El Alma.

 

 

El reino humano se halla en una etapa evolutiva intermedia, entre el reino animal y el reino espiritual. Del animal traemos los instintos, como, por ejemplo, la reproducción y la autopreservación. Del reino espeiritual recibimos el llamdo al servicio, cada vez más universal, vocación de todas las almas que despiertan.

Si queremos avanzar en el camino evolutivo, necestamos encontrar dentro de nosotros ese núcleo profundo, el alma. El contacto con el alma y la inspiración de los niveles de los niveles espirituales nos permiten servir libremente, donarnos a la vida universal.

Las acciones abnegadas y el servicio comprendido como donación de sí a la meta que el alma conoce, atraen energías sublimes hacia la Tierra. Fortalecen los ideales elevados y el altruismo.

El servicio puede manifestarse en las actividades más variadas, sean internas o externas, pero no se puede prever qué forma tomarán. No podemos programar mentalmente las acciones por las cuales la energía del servicio se expresará, pues están determinadas interiormente. Como el contacto con el alma es la vía del puro y  correcto servicio, es ese contacto el que en principio debemos buscar, y consecuentemente la forma de servir nos será mostrada.

En la etapa preparatoria para el servicio, el alma proporciona al cuerpo físico, al emocional y al mental la oportunidad de purificarse; el Karma individual se va equilibrando, se va ajustando a nuevas coyunturas, se van reconociendo los patrones de conducta impersonales, y dinamizando los potenciales latentes.

 

 

 

Cuando Fluye El Servicio.

 

 

Si estuviéramos buscando o escogiendo el tipo de servicio que prestar, impediríamos el flujo de la energía del alma sobre nuestros cuerpos y, por lo tanto, sobre nuestra acción. Cuando tenemos una idea preconcebida de cómo servir, el alma no puede actuar con libertad; y sólo ella conoce el tipo de energía espiritual que puede canalizar hacia la obra en determinado momento, y a quien dirigir ese energía.

El servicio también queda limitado si intentamos ayudar a los demás indiscriminadamente, sin conocer sus reales necesidades. Movidos sólo por la buena voluntad, podemos interferir en el camino de las personas, desviándolas de su verdadero destino. Sólo ayudamos efectivamente cuando afirmamos el contacto con nuestra alma, pues así ella misma los llevará a superar los problemas que puedan estar enfrentando.

Otro obstáculo para el servicio es el hábito de la autoevaluación. Si nos ponemos a analizar la energía espiritual que fluye a través de nosotros, si queremos evaluar el progreso de otro ante la ayuda que le estamos dando, si intentamos identificar lo que proviene de nuestra alma según patrones humanos, condicionamos con nuestras ideas lo que fluye de un nivel superior y desconocido.

La autoevaluación limita el servicio espiritual, elimina la imponderabilidad que lo caracteriza. Lo transforma en un acto racional y humano, aunque bien intencionado. Aunque sea positiva cuando desenvuelve en nosotros la percepción en reconocer nuestros defectos y estimula la humildad, se vuelve limitante cuando, por su causa, nos juzgamos inadecuados para ciertas tareas.

Recordemos que, cuando asumimos una tarea movidos por el impulso del alma, recibimos ayudas especiales, en los momentos oportunos.

En fin, la energía espiritual comienza a fluir sin dificultad cuando estamos en quietud y en sintonía con el alma. En ese estado, el servicio se realiza a través nuestro, independientemente de nuestra participación conciente. Nos convertimos en un instrumento del alma, y presenciamos lo que se desenvuelve con imparcialidad, sin interferir, aunque siempre listos para cambiar las cosas, si fuere necesario.

Con armonía y tranquilidad, percibimos claramente que somos meros vehículos para el trabajo del alma en la Tierra. Nos corresponde permanecer en sintonía con ella y retirar de la mente todos los conceptos sobre lo que sería una acción útil. Debemos abandonar toda preocupación por resultados, pues estos siempre son imprevisibles.

 

 

 

La Preparación Para El Servicio.

 

 

Podemos ser continuamente preparados para el servicio, pues siempre tenemos algo que aprender y que purificar en nosotros mismos. A cada instante estamos aprendiendo con la energía que fluye de lo alto y con el propio servicio, que puede ampliarse, introduciéndonos en nuevos campos de aprendizaje.

Nunca nos estancaremos en ningún punto del camino si permanecemos abiertos a lo más elevado que hay en nosotros, y si cultivamos el desapego.

El desapego es esencial en la preparación para servir: desapego por lo que sucede mientras servimos, desapego por los resultados, desapego por los puntos evolutivos ya alcanzados. Cuanto más desapegados, más claridad tendremos y más amplia será la obra realizada por intermedio nuestro.

El desapego también es esencial para estar atentos al momento presente. El momento presente contiene todas las condiciones para que el servicio sea bien realizado. Lamentar el pasado o elucubrar sobre éste, conjeturar acerca del futuro nos aleja de la realidad y perturba el momento presente.

Cuando el desapego existe, no nos lleva a la frialdad o a la indiferencia; al contrario, nos lleva a la plenitud interior y libera a los que de algún modo están en contacto con nosotros. El desapego abre canales, y así lo que viene de lo alto puede fluir libremente en nuestra conciencia  y en nuestros cuerpos.

La preparación para el servicio también requiere otros ajustes en nuestra personalidad: en el cuerpo físico, en el emocional y en el mental.

Para estar en buenas condiciones, el cuerpo físico necesita una vida ordenada y una organización del tiempo y del espacio. Disciplina y horarios que cumplir en la vida diaria ayudan a armonizarlo y a volverlo receptivo a la energía anímica. Esa energía, además de ampliar su capacidad, es equilibradora.

En cuanto al cuerpo emocional, se lo trabaja principalmente con el cultivo saludable de la devoción y de la fe – sentimientos que nos predisponen a una vida espiritualizada, cultivada. Reprimir emociones, sin purificarlas y sin orientarlas hacia un objetivo superior, de nada sirve. Es preferible reconocerlas, transformarlas y, si fuese necesario, expresarlas con discernimiento. Nuestras reacciones emocionales no deben perjudicar a los demás, por eso necesitamos invocar la energía del amor-sabiduría, que viene del alma, para impregnarlas.

El amor-sabiduría es curador, y nuestro nivel emocional fue creado para ser su vehículo, en beneficio de las personas y del mundo.

Pero, las emociones también pueden trabajarse indirectamente, por medio de la vida física organizada y de la mente dirigida hacia niveles superiores. Esto se debe a que el cuerpo emocional es más fluido, inestable y pasible de la influencia de los demás cuerpos. Se equilibra con el tiempo, a medida que van entrando en armonía.

Con respecto a la mente, se equilibra cuando se ocupa con ideas superiores y cuando sigue impulsos internos – tanto los que vienen de nuestro propio ser, como los de alguien inspirado. La obediencia a esos impulsos aporta ideas claras y pensamiento integrado.

Si somos devotos de nuestras mejores cualidades y obedientes a las señales que la vida nos presenta, y si estamos listos para seguir los imprevisibles dictámenes del alma, seremos un buen vehículo para que las energías espirituales penetren la vida material. Estaremos, de hecho, sirviendo a la humanidad y colaborando para que se libere de sus actuales condicionamientos, tan estratificados.

Los que siguen el camino del puro servicio del alma no lo confunden con mera actividad exterior. Además, superan la acción interesada en el propio bienestar y pasan a la acción dirigida al verdadero bienestar de sus semejantes, pasan a percibir la existencia del mundo de las almas y a relacionarse con él.

 

 


Agradesco la colaboración de quien me acerco el texto.

 

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